
Recuerdo perfectamente el día que nos prometieron unos céntimos más en la certificación o categorías especiales. Nos preguntamos entonces, cuando recibíamos apenas unos céntimos por las categorías normales, que misterio había en ese camino que hacían nuestros plátanos hacia los consumidores, mientras nos arruinábamos cultivando nuestros plátanos.

Nos preguntábamos también porqué alguien prometía que podía pagar más y que todo mejoraría, que todo cambiaría si nosotros cumplíamos unas cuantas exigencias.
¿De verdad nos creemos que las amas de casa o los consumidores, con el ritmo de vida tan estresante que ya vivimos todos, se pararán unos segundos a leer esas diferencias, que sólo hacíamos los que cosechamos los plátanos aquí en Canarias, la tierra donde el mar se da la mano con la montaña?.

Siempre comentamos a los que nos quisieran oír, que eso de las clases especiales era un nuevo negocio para sacarnos los cuartos, aunque ya casi no nos quedaban, pero daba igual.
Lo creamos o no, los agricultores somos los que mantenemos esos empaquetados que ya tenemos por cotidianos.
Y al final teníamos razón, inventaron algo para que trabajemos más, ganando lo mismo o inclusive menos, eso sí que no tiene nombre.
Ahora empiezan a cobrar las analíticas, analíticas que sirven también para castigarnos sino cumplimos algunas de esas normativas.
Parece que lo estamos viendo, vemos como unos cuantos señores grandes del plátano se ríen, planeando como nos van a quitar lo poquito que ganamos.
Porque el dinero no es dinero, es lo difícil que es ganarlo para el que cultiva en el campo, y lo fácil que es perderlo en la manos de quien lo recibe sin esfuerzo.
Dicen que al mal tiempo buena cara, esperemos que con tanto ávaro no se quede nadie por el camino. Cada día inventan algo para aprovecharse de un silencio, que parece que de todos se ha apropiado. Dicen que el dinero es el que manda, y que no pensamos cuando necesitamos al poderoso caballero.

Pero el sudor es tu esfuerzo, tus días en el campo dejándote la espalda al sol, es tu nombre escrito a fuego en cada piña de plátanos que preparas con todo el amor del mundo, para que alguien la pueda degustar con su familia.
No te dejes engañar por el que solo quiere ganar de tus ganas de vivir de una manera mismamente digna.