
Ahora nos es imposible imaginar la importancia que tenían antiguamente los diferentes cultivos de medianías, que salpicaban la orografía de la isla de La Palma, como fueron la cebada, el centeno, el maíz, las papas, los boniatos, los frijoles, los garbanzos, etc
Reinaban en las huertas que ahora vemos abandonadas, en multitud de barrancos o en muchas laderas de Garafía, Punta Gorda, Tijarafe, Tazacorte…
Prácticamente la totalidad de los 14 municipios, los cultivos de medianía peinaban la isla de punta a punta. Era fácil localizarlos en cualquier lugar acondicionado por los lugareños para este fin.
Era la despensa de Canarias, era su medio de subsistencia, era su moneda de cambio.
La agricultura en general, era para los Palmeros el pilar que sostenía su economía, y ver pérdidas de cualquier tipo en las cosechas cíclicas, por incidencias meteorológicas, por plagas o simplemente por los pájaros, les suponía a los campesinos pérdidas sustanciales que no se podían permitir.

Los cosecheros pronto se pusieron las pilas y comenzaron a diseñar los clásicos espantapájaros, con diferentes materiales, como pedazos de cañas de mimbre, que también se usaban para hacer jaulas de pájaros, con estacas o estaquillas que se usaban bien en el tabaco, tomate o platanera , atándolos muchas veces entre sí , en forma de cruz. La cabeza del espantapájaros solía ser de tela, hecha por las mujeres que eran por entonces y aún hoy, las más habilidosas en el arte de coser, que luego rellenaban con pinillo, tela o pajón. El objetivo de todo ello era lograr el máximo de similitudes con un ser humano, que estaba presente día y noche en su apreciada huerta.
Cuantos recuerdos…
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Volver a ver “estos espantapajaros”nos produce una “grata nostalgia”,nos traslada a algunos a la niñez cuando nos los encontrábamos en las tierras y producía “esa especie de temor y curiosidad propio de la infancia a lo desconocido.
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