Pongamos que el primero de enero del año 1600, apareciera un supuesto vampiro y que sus redadas nocturnas las culminara chupando la sangre de una víctima por mes. Cada 60 días serían 2 más, y sus respectivas víctimas morderían otras dos personas cada una. De este modo en dos años y medio supondría una población de 500 millones de habitantes.
Fin de la historia, porque básicamente no quedaría absolutamente nadie a quien morder y eso siendo un chupóptero muy contenido, porque seguramente tendría esa necesidad más de una vez al mes.
Según algunas versiones literarias o del cine este hábito de desangrar sus víctimas para absorber la sangre era más rutinaria.
No queremos ser aguafiestas y vetar la imaginación o hechar por tierra las diferentes teorías de un tema tan extenso y apasionante como el vampirismo.
Quizás resulten explicaciones demasiado contundentes, porque también pudiera ser qué hubiera resistencia por parte de los humanos. La cuestión es que el cine y la literatura los tildan prácticamente de tener superpoderes, y con ello cuesta mucho entender como siendo una especie más evolucionada no se ha impuesto aún.