Obras faraónicas o tal vez no tanto, salpican Canarias de una manera ya cotidiana, tal vez lo peor no sea lo que se ve físicamente, si no el dinero dilapidado en las sombras, en los despachos de Ayuntamientos o Cabildos, en oficinas de alguna constructora, el dinero llega y se va, con la misma facilidad, las obras amputadas, decoran ya todas las esquinas de nuestra orografía.
Lo peor es que vendrán las elecciones y serán otra vez promesas, para votantes soñadores, porque a poco que seas realista, sabes que todo es una fábula para seguir engordando los mismos bolsillos, con dueños que tienen ausencia total de vergüenza, (Embalse de Vicario).